Dice el refrán que si a la ermita de san Blas vas a coger la verbena, pedirás que la garganta el santo te ponga buena. Y es que San Blas es considerado como santo protector de la garganta.
Tradicionalmente había quien, a comienzos de febrero, se colocaba cordones de algodón en el cuello. Lo hacían durante nueve o doce días, para estar a salvo de dolores de garganta y catarros. Puede que también sea por ello que una de las coplas que se cantan en la víspera de Santa Águeda diga así: “baina eztarriz sano gabiltza, ta kanta nahi degu gogoz”. (andamos sanos de garganta, y queremos cantar mucho).
También se hacían tortas dedicados al santo, y después de bendecirlos, se comían en familia. Más tarde, ocuparon lugar en muchas celebraciones, aquí, sobre todo, en la zona del Goierri, Alto y Bajo Deba y Duranguesado.
La receta de las tortas de San Blas es simple. Se mezclan huevos, azúcar, harina, mantequilla, levadura y, cómo no, anís. De hecho, las semillas de anís se han utilizado para la cura de catarros. Después, y con la intención de reflejar la nieve tan característica de la época, se cubren las tortas con un merengue que se hace con clara de huevo y azúcar glas.
Porque ya se sabe: Por San Blas, la cigüeña verás, y si no la vieres, año de nieves.